De Adrián Díaz y Martín Cociancih.
Para ayudar a concretizar el objetivo de la Pastoral juvenil que propusimos en el artículo anterior, debemos imaginarla en el contexto de un proceso evangelizador de la comunidad en la que tiene lugar. Creemos que nuestros interlocutores serán todos los adolescentes y jóvenes que pertenezcan preferentemente al radio de incumbencia de la comunidad (sea parroquial o escolar o de otro tipo). Cuando decimos “todos” no nos referimos sólo a aquellos que “acepten” nuestras propuestas, sino también a los que no se sienten convocados por éstas.
Desde lo dicho hasta aquí, en este punto, esbozamos una propuesta de Pastoral Juvenil Orgánica que pueda poseer distintas instancias que le permitan saberse inserta en el plan global de un proceso evangelizador:
- Instancias de Primer Anuncio. (Kerygma) Actividades en donde el mensaje cristiano, sea presentado de forma significativa a las preguntas vitales de los adolescentes y jóvenes desde pedagogías y hermenéuticas que pongan en relación el contexto vital de los sujetos y el Evangelio de Jesús. Algunos ejemplos de éstas, sin buscar ser exhaustivos, serían: convivencias, retiros, campamentos, la catequesis escolar.
- Instancias catequísticas. (Kerygma – Didajé) Unas de carácter iniciatoria y otras de profundización – maduración de la fe inicial. Es decir, por un lado una catequesis kerygmática en donde se inicie en los primeros misterios de la fe. Mientras que en un segundo momento, sea una catequesis más propia a la Didajé apostólica para la profundización de esos misterios para el propio sentido del discípulo de Cristo. Hablamos aquí de itinerarios catequísticos pensados en relación a las demás actividades e interlocutores de la comunidad pudiendo ser éstos en orden de los sacramentos o no, también de grupos de reflexión, de grupos de estudio, de comunidades que se cuestionan e investigan para poder dar cuenta de la fe que las moviliza.
- Instancias de vida comunitaria[1] (Didajé – Koinonía) que generen un discipulado permanente en los adolescentes y jóvenes, profundizando su relación con el Maestro Resucitado y con los hermanos condiscípulos que se encuentran en la comunidad y son signo también de la presencia de Dios y su Reino. Pensamos aquí en grupos que buscan iniciar en la dimensión comunitaria del discipulado con su centro en la Palabra de Dios que es fundamento para el discernimiento de los signos de los tiempos y la propia vida.
- Instancias de celebración (Koinonía – Leitourgía) de la salvación en la propia vida y en la comunidad como anticipación del Reino de Dios y como signo de la acción Reinante de Dios en la propia vida. Entendemos aquí acciones que fomenten en profundidad la relación comunitaria e individual de las personas con Dios y permitan así la transformación de la realidad según la interpretación que la comunidad y las personas van haciendo, acompañados por la presencia de la inspiración del Espíritu.
- Instancias de servicio comunitario. (Koinonía – Leitourgía – Diakonía) forma de acercamiento-acompañamiento, preferentemente con/hacia el que sufre de cara a su liberación y realización. Esto se concreta, por ejemplo, en las acciones para la transformación de las estructuras socialmente injustas que afectan la realización del hombre según su dignidad y que son contrarias a la voluntad de Dios. Aunque en estas expresiones no haya anuncio explícito del Evangelio, son la búsqueda del bienestar de todos los seres humanos y el testimonio de la presencia del Espíritu que mueve a los actores a esas construcciones de una sociedad más justa. Acciones como los voluntariados, los comedores, las fiestas en el barrio, las colectas tienen que ver con esta dimensión. No se busca el anuncio, se busca potenciar la vida de los hijos e hijas de Dios siguiendo el ejemplo del Maestro Resucitado.
- Instancia de animación/ Misión. (Diakonía – Kerigma) Acciones que emprenden nuevamente los discípulos del Resucitado que han reconocido en sus vidas el paso de Dios y el valor de Rescate en el sentido de ese paso y que se vuelven testigos que necesitan contar aquello que han visto y oído (cfr. 1 Jn. 1-3) De este modo, dos expresiones se vuelven paradigmáticas de esta dimensión. Por un lado, la animación para procesos pastorales de otros (niños, adolescentes y jóvenes, etc.). Por el otro, la misión, como un ir al encuentro de la gente para compartir el acompañamiento que Dios va haciendo en la vida de las personas para desplegarla y potenciarla. Debemos destacar que en esta vuelta al principio que describimos, entendemos que ya no son los mismos actores, sino aquéllos a los que éstos contagiaron (en el mejor de los casos, por supuesto).
[1] A nuestro entender, a diferencia de las instancias de Primer Anuncio y la Catequística, las instancias que las siguen pueden darse simultáneamente en el interior del proceso. Es decir, aquellos que van conformando lo comunitario son los mismos que celebran el paso de Dios en sus vidas y que, transformados, desean servir a los hermanos en pos de su promoción humana integral. La diferenciación es una cuestión de acentuación metodológica.