El valor de la Experiencia en los jóvenes de hoy (parte 2)

De Adrián Díaz y Martín Cociancih.

En nuestro artículo anterior hablábamos de la realidad que nos interpela, intentando situar al joven en esa realidad que expresa un tiempo de cambio epocal. En este número, queremos dar un paso más, procurando adentrarnos en algunas notas o características juveniles que hacen de la experiencia el ámbito privilegiado de la propia configuración de la identidad.

 

Afirmar que los jóvenes pueden ser los actores de su propia biografía es un paso fundamental en el planteo que venimos haciendo. Los jóvenes han ido tomando las riendas de su propia biografía asumiendo la libertad de tomar las decisiones con toda la incertidumbre y responsabilidad que genera cada opción. Esto ha tensionado las expectativas a un polo diferente. Si bien antes, la apuesta era a la construcción futura (ésta no deja de tensionar a los jóvenes), ahora la premisa está puesta en el hoy y en los resultados a corto plazo. Ya no se trata, en la mayoría de los casos, de apostar a un futuro y de poner todo los esfuerzos para eso que seré, sino con pequeñas decisiones ir construyendo este que voy siendo que será el apoyo de aquel que seré.

Ante esta realidad que combina tan fuertemente libertad e incertidumbre es lógico que los caminos y búsquedas de construcción se bifurquen y pierdan linealidad generando de este modo direccionalidades cada vez más distintas y reversibilidades cada vez más frecuentes.

Por ejemplo, hoy se le da mucho más valor al placer (entendido como disfrute de la vida) a corto plazo. Entonces, sucede que es común ver que un joven consiga un trabajo sólo para juntar plata para irse de vacaciones (donde no sólo se trata de disfrutar sino que se valoran como experiencias de vida).

La libertad de relaciones es otro rasgo de la reversibilidad de la que hablamos. Es frecuente ver que un joven trabaje para salir de la casa de los padres y hacer la experiencia de la soltería y que luego de un tiempo, por proyección vuelva a la casa de los padres para ahorrar. O que se viva en pareja y que luego se viva soltero manteniendo la misma relación.

Sin duda, debemos rescatar que aparejado a la gran fragmentación, individuación y reversibilidad de las trayectorias que los jóvenes realizan, se ha descubierto un gran valor en las construcciones personales que logran realizar por medio de lo que van experimentando.

Creemos, justamente, que es desde este lugar (el de la experiencia), teniendo en cuenta algunas de las características anteriormente mencionadas como: sincretismos, reversibilidades, individuación, flexibilización de la identidad, etc., desde donde debemos empezar a pensar, diseñar y planificar una pastoral orgánica que de respuesta a sus búsquedas de sentido y trascendencia; procesos inherentes éstos a la construcción de la identidad.